RÉQUIEM POR UN SUEÑO de Darren Aronofsky - 2000 - ("Requiem for a dream")
Tras debutar de manera fulminante con “Pi”, Darren Aronofsky abandonó el thriller y cambió radicalmente de registro para ofrecernos un drama en su segunda película, la que es, en mi opinión, la mejor de su carrera junto a "El luchador".
Basada en la novela homónima de Hubert Selby Jr, que escribió el guión junto a Aronofsky, expone “Requiem por un sueño” la historia coral de un grupo de personas comunes cuyas vidas son completamente aniquiladas por la adicción (a las drogas y a la comida).
La película salta constantemente de un personaje a otro narrando sus respectivas caídas progresivas en todos los aspectos de sus existencias, sus caídas estrepitosas en la miseria social, económica, moral y sentimental.
Los personajes son los siguientes: Harry (Jared Leto), un joven adicto a la heroína; su novia Marion (Jennifer Connelly) y su mejor amigo Tyrone (Marlon Wayans), también adictos y que, junto a él, sueñan con establecer su propio negocio de drogas para prosperar y, finalmente, la madre de Harry, una mujer que ya está entrando en la tercera edad (soberbia Ellen Burstyn) y que, obsesionada con adelgazar, no puede dejar de comer compulsivamente.
Sumidos en un mundo hostil y deshumanizado, todos sueñan con dejar atrás su situación de mediocridad actual o de soledad. Los actos de unos repercuten en los de otros interconectándolos a todos en una misma espiral de horror.
Harry y Marion se aman con locura (Aronofsky lo retrata magistralmente con unas pocas escenas rápidas cargadas de lirismo en el inicio del filme) y, precisamente por ese amor y por su sueño de prosperidad, acaban degradándose hasta límites insospechados y destrozando sus vidas. Tyrone es un buen amigo, y, por el mismo sueño que el de Harry y Marion y por su amistad (o por lo menos respeto) hacia Harry, acaba también sumido en un pozo sin fondo.
Tyrone comparte con Sara, la madre de Harry, la soledad que siente. A él le falta su madre, a la que no puede dejar de recordar. A Sara el que le falta es su hijo, y también su marido, ya fallecido. Harry se ha ido de casa y ella, sola todo el día en el apartamento, sueña con adelgazar para acudir a un programa de televisión de éxito. Sin embargo, es comedora compulsiva. Los cuatro personajes luchan por su sueño, y son, en parte, destrozados por este mismo sueño.
La cinta analiza de forma ejemplar tres estratos esenciales de las relaciones humanas: el de las relaciones materno-filiales, el de las relaciones amorosas y el de las relaciones de amistad. Son estas relaciones también, junto a los mencionados sueños, las que hunden a los cuatro seres perdidos del filme, maravillosamente interpretados, por cierto.
“Requiem por un sueño” está rodada, al igual que “Pi”, con un estilo efectista herencia directa de los videoclips, aunque ahora en todo color. Este estilo sin embargo, lejos de ser un cansino estorbo para la narrativa, como lo es en tantas películas, es tremendamente efectivo.
Arofnosky lo utiliza con precisión y maestría, y de él se sirve tanto para crear momentos de insoportable angustia como momentos de delicada poesía.
“Requiem por un sueño” es un drama excelente en todos los aspectos con un desenlace brutal, desmitificador y cruento como pocos. Presenta en todo momento un discurso alejado del cinismo o de la festividad que pueden tener otros filmes de la misma temática (esto no significa que sean peores que éste en absoluto). Es esta, creo, una de las películas sobre la pesadilla de las drogas que mejor “educa” sobre las consecuencias de entregarse plenamente a ellas.
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