SWEENEY TODD de Tim Burton - 2007 - ("Sweeney Todd: The Demon Barber of Fleet Street")
“Sweeney Todd” es una genial película que redimió a Tim Burton por lo menos momentáneamente de la, desde mi punto de vista, muy irregular carrera que ha llevado desde que presentó la excelente y divertidísima “Sleepy Hollow” hasta ahora.
Estos últimos años han estado para él cargados de altibajos, desde luego, pero sería injusto decir que todo lo que hace lo hace mal o de forma mediocre.
De la misma manera que entre la terrible "El planeta de los simios" y la floja "Charlie y la Fábrica de Chocolate" entregó la genial "Big Fish", entre la aceptable "La novia cadáver" y la floja "Alicia en el País de las Maravillas" entregó este musical del que hoy hablamos.
“Sweeney Todd” está basada en las desventuras de un personaje mítico del Londres del siglo XVIII cuya existencia aún está por confirmar y que a su vez ha inspirado numerosos musicales entre los que destaca el más exitoso, el de Stephen Sondheim, por lo oscuro y sangriento de su propuesta.
Tim Burton adapta para la gran pantalla este mismo musical aportándole su toque personal: su sentido de la ambientación, lo que le ha hecho famoso como autor.
“Sweeney Todd” narra la historia de la venganza del barbero asesino que da nombre al filme (Johnny Depp), que corre paralela al “idilio” que mantiene con la Señorita Lovett (Helena Bonham Carter), una siniestra elaboradora de empanadas de carne humana.
Se desarrolla por otra vía, además, la historia de amor de un joven marinero con la hija del protagonista, que vive oprimida por el Juez Turpin (Alan Rickman), el hombre que le arruinó la vida a éste.
La película, un musical atípico y arriesgado, tiene un ritmo excelente y muy fluido y unas actuaciones magistrales (todo el reparto está verdaderamente soberbio, tanto interpretando como cantando: desde los principales actores hasta secundarios de lujo como Sacha Baron Cohen).
El drama está desarrollado con pulso y también aparece muy conseguida el aura fatalista y decadente que lo envuelve, así como su explosivo y desaforado arranque romántico final.
Los tópicos y los lugares comunes del filme de misterio y de terror, de la comedia negra y de la misma comedia romántica aparecen imaginativamente reinventados para otorgarle al conjunto una consciente aura onírica de irrealidad, de vodevil macabro por momentos.
Quedan, además, los mencionados y habituales escenarios y caracterizaciones que siempre regala Tim Burton, que sitúa su obra en un Londres gótico y retorcido, sombrío y sucio inconfundible, y que regala además grandes cantidades de hilarante humor negro brillante y con estilo aunque con toques ciertamente salvajes que, en momentos, casi roza el gore.
Muy recomendable musical en todos los aspectos: divertidísimo y una delicia para los ojos y para los oídos también.
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