Me crié con la serie animada de "Spider-Man" de los años noventa, y no conocí sus aventuras en los cómics hasta mucho tiempo después, cuando, ya adolescente, empecé a coleccionarlos.
Siempre me sorprendió, ya desde dicha serie, como el Hombre Araña era un superhéroe que vivía puteado. Sus villanos siempre han sido muchísimos e incansables, su familia y amigos problemáticos, y hasta sus encuentros con otros superhéroes como Daredevil o Punisher a veces sólo servían para "enmiedarlo" más.
Creo que si Spider-Man ha triunfado y sigue triunfado es porque representa muy bien a la persona común y corriente atrapada por las tribulaciones de la vida cotidiana (aunque sea un superhéroe).
Peter Parker, además, es uno de los personajes que carga con más muertes a sus espaldas tanto de Marvel como de DC, aunque lleve el día a día con humor y cachondeo. Es un héroe urbano muy cómico, pero también lleno de tormentos.
"La noche que murió Gwen Stacy" es una de las sagas que más me han impactado del trepamuros. Gwen Stacy es un personaje que no conocía demasiado: había fallecido en 1973 y no había sido recuperada, ni siquiera para mencionarla, demasiadas veces.
Hay que señalar algo sobre este personaje: su padre, George Stacy, ya murió de forma violenta previamente, y por supuesto con Spider-Man de por medio, en noviembre de 1970 de la mano de Stan Lee. Para colmo, conocía la identidad secreta de Peter y le pidió que cuidase de su hija.
En junio del mencionado 1973, se sumaba a él y al tío Ben la pobre Gwen, y además en la que fue una de esas muertes "para siempre" (o "para casi siempre").
Ya saben que en Marvel (y en DC) las muertes de ciertos personajes implican una resurrección casi segura y en un tiempo más o menos cercano. En este caso, no fue así. Por lo menos, durante muchos años (porque lo cierto es que Gwen fue reciclada, esencialmente en universos alternativos).
Gerry Conway, John Romita Sr. y Roy Thomas fueron los que idearon esta trama. Se buscaba un número impactante, que hiciese historia, y potenciar a la más conocida por todos Mary Jane Watson, el futuro amor de Parker.
"La noche que murió Gwen Stacy" es una saga corta pero impactante. En 1973, no era muy habitual matar a personajes del empaque y la importancia que ella tenía. Comprar aquel número en aquel año y encontrarse con aquello de sopetón tuvo que ser muy, muy chocante.
Más interesante si cabe que esta muerte es la reacción de Spider-Man. Ya que el asesino es el que todos saben: Norman Osborn; el Duende Verde. Uno de los peores enemigos que tuvo nunca y que, para colmo, implicaba relaciones de amistad y parentesco en su vida cotidiana.
El eterno "un gran poder conlleva una gran responsabilidad" es aquí más cuestionado que nunca. ¿Merece la pena ser un superhéroe y atraer tanta desgracia? ¿Merece la pena ser siempre una buena persona?
Conway nos regala a un Spider-Man que se cansa de su vida, de sus ideales. Que busca venganza. Y, aunque siempre hay en Marvel ese "eterno retorno", aquí lo vemos verdaderamente jodido.
El Duende Verde cierra también un ciclo. Aunque él sí resucitará (es un villano demasiado importante y tiene que volver de alguna forma para seguir dando por saco), muere víctima de la justicia poética que, finalmente, salva a Spider-Man de convertirse en un vengador asesino.
"La noche que murió Gwen Stacy", dibujada por un Gil Kane fabuloso, está además cargada de acción. Las escenas de la lucha aérea, las del puente, son un prodigio de dinamismo y, también, de dramatismo. Todo perfectamente equilibrado.
Hay sagas que marcan a un personaje para siempre. Ésta es una de ellas. Gwen Stacy aparecería en el cine en "Spider-Man: Un nuevo universo" y, en imagen real, en la horrorosa "Spider-Man III" (sería Bryce Dallas-Howard) y en la cancelada saga de "The Amazing Spider-Man" (sería Emma Stone).
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