En los últimos años, y por méritos propios, el japonés Junji Ito se ha hecho con un podio básico en el cómic de terror moderno. Y no es para menos: no solamente sus historias son terriblemente perturbadoras, sino que su dibujo es una auténtica delicia, su recreación ambiental es soberbia y sus diseños de monstruos y seres extraños de toda clase ponen los pelos de punta.
Sólo hay que catar obras como la espléndida "Uzumaki" o la escalofriante "Gyo", amén de sus historias cortas, para comprobarlo.
Con respecto al mítico monstruo ocurre algo parecido a lo que ocurre con el "Drácula" de Bram Stoker: sus adaptaciones, la mayoría de ellas, y son muchas para muchos medios, no siguen casi ninguna la historia de las novelas con fidelidad.
Es algo de lo que los fans del terror siempre se han quejado. Junji Ito se plantea con su versión del resucitado una adaptación totalmente fiel. Cien por cien. ¿Es éste el Frankenstein que estábamos esperando? Pues desgraciadamente, no.
El autor japonés, a pesar de tener algunos guiones algo deficientes (creo que funciona mucho mejor en la historia corta y como creador de monstruos y conceptos retorcidos y originales), es un genial retratista de ambientes enrarecidos, de atmósferas demenciales, de historias brutales y de imaginativas pesadillas que nos persiguen cuando nos vamos a la cama.
Aquí, falla precisamente al coger letra por letra a la creación de Shelley. Nos hemos pasado décadas esperando un Frankenstein fiel y resulta que, cuando llega, es bastante lineal y deshumanizado.
Porque Ito no tiene margen para experimentar, ni para darle su visión personal al mito. Se limita a calcar, y punto. Y aunque su dibujo es impecable, como siempre, el cuerpo carece de interés para cualquiera que quiera algo más que una fotocopia de un libro en viñetas.
El que posiblemente sea uno de los autores de cómics más originales que ha dado su país, fracasa cuando se encorseta en un intento loable y respetuoso pero que finalmente queda totalmente maldito y empantanado en lo formal. Siendo digno y correcto, éste "Frankenstein" es también decepcionante y descafeinado.
Debate abierto: ¿Cómo deben ser las adaptaciones? ¿Cómo trasplantar algo, nunca mejor dicho en este caso, de un medio a otro manteniendo a la vez la esencia o aportando algo nuevo? ¿Cuál es la adaptación perfecta? ¿Sacrificamos el origen de los mitos para gustar a todos o para sorprender a toda costa? ¿O nos quedamos en la orilla segura sin arriesgar nada cuando trabajamos con la obra de otro autor?
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