HASTA EL ÚLTIMO HOMBRE de Mel Gibson - 2016 - ("Hacksaw Ridge")
Diez años tardó Mel Gibson en volver a ponerse tras las cámaras desde la genial "Apocalypto", y volvió con su amado género histórico y en concreto esta vez con el bélico.
Aunque hay que decir antes que nada que "Hasta el último hombre" es una patriotada con mensaje religioso, también hay que decir que está muy pero que muy bien dirigida y que, si bien tiene los mensajes que tiene, tampoco abusa el director demasiado de ellos. Ni el mensaje patriotero es cansino más allá de lo esperable ni el religioso es proselitista a lo bestia.
En fin, cada cual tiene derecho a transmitir también las ideas que le de la gana, pero si las transmite con dignidad y sin demagogias baratas, mejor.
Un magnífico Andrew Garfield es un joven que quiere luchar a toda costa por su país durante la Segunda Guerra Mundial pero cuyo credo religioso le impide tomar un arma: su encaje en el ejército va a ser difícil y va a estar lleno de obstáculos.
Mel Gibson retrata el tesón, la cabezonería de este joven y su lucha por ir a la guerra sin luchar pero para ayudar como médico en el terreno. Todo se presta a interpretaciones ambiguas, y lo cierto es que el filme, si bien como he dicho es una patriotada, también tiene un mensaje antibelicista claro, representado en el padre del protagonista (un excelente como siempre Hugo Weaving), que vive traumatizado y lleno de odio por haber perdido a todos sus amigos en la Primera Guerra Mundial y, también, en el hecho de que los japoneses rivales de los estadounidenses son retratados en toda su brutalidad pero sin maniqueísmo, pues se deja claro en varios segmentos del filme que ellos también son víctimas de su sociedad dictatorial, belicosa y represiva.
Parece llegar "Hasta el último hombre" a la conclusión de que la guerra es algo horrible pero que a veces es inevitable y que en esos momentos hay que luchar o ayudar al país de cada uno como cada uno pueda. Que cada cual saque su conclusión.
El resto está como he dicho muy bien rodado. La ambientación es excelente, los actores están muy bien todos, el inserto documental final cumple sin ñoñerías ni bobadas y, sobre todo, las escenas bélicas son de alto voltaje: el mejor Mel Gibson director se luce aquí y brilla en unos momentos brutales, sin concesiones, dolorosos, tensos y muy sangrientos y realistas.
Al filme le sobran tal vez veinte minutos de metraje (se hace algo largo y se repite en su final, pienso) y tiene una última batalla que se pasa un pelín con el mencionado asunto del patrioterío azucarado. Sin embargo, es en todo momento una propuesta buena de un director que empezó exclusivamente como actor y que sabe siempre hacerse respetar tras las cámaras.
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