EL DIABLO SOBRE RUEDAS de Steven Spielberg - 1971 - ("Duel")
Empezamos a comentar la filmografía de Steven Spielberg en orden en este blog (aunque realmente ya están en esta etiqueta las sagas de Indiana Jones y "Parque Jurásico") y empezamos con su primera gran obra larga, esta fascinante mezcla de película de terror, de western y de acción que es "El diablo sobre ruedas" (de título original más adecuado "Duel").
El debut de este gran director está basado, por si fuera poco, en un relato (o más bien novela corta) de otro grande: de Richard Matheson. Un maestro a la hora de traspasar la inquietud y el horror a la cotidianeidad para destrozarla por completo. Y de ambos creadores no podía sino surgir esta obra maestra.
"El diablo sobre ruedas" era originalmente un telefilme de la ABC que se emitió en las televisiones en 1971 pero que, debido a su gran éxito, fue llevado a las salas de cine al año siguiente y con una duración ampliada.
La ópera prima de Spielberg es un ejemplo de economía de medios de toda clase: económicos, narrativos e interpretativos. Económicos porque fue rodada con un presupuesto ínfimo que se aprovechó hasta la última moneda. Narrativos porque en una hora y veinte minutos cuenta una historia magistral, concisa y potente hasta lo increíble. E interpretativos porque apenas hay un protagonista (visible), un Dennis Weaber sufriente que borda un auténtico papelón.
"El diablo sobre ruedas" narra, a modo de western, un duelo de un coche contra un camión cisterna en las carreteras de los USA profundos. Es un western de terror, porque describe un microcosmos asfixiante y angustioso de locura, insolidaridad y violencia que pone los pelos de punta y que conecta perfectamente con ese realismo viciado en el que de repente entra lo delirante de Richard Matheson, y es también una frenética obra de acción rodada con planos audaces, electrizantes, que captan una tensión y un horror que se pueden palpar.
Lecturas, intencionadas o no, tiene muchas: el estrés de la carretera, la violencia atávica de los Estados Unidos, la cerrazón del americano medio, la crítica a una cultura competitiva en exceso que se acaba desmadrando por completo, el pasotismo cruel de los pueblos del país ante los problemas ajenos... Pasen e interpreten.
La ambientación, realista y polvorienta, consigue contribuir a crear la sensación de desazón que el filme mantiene de principio a fin, y la banda sonora de Billy Goldenberg pone de verdad de los nervios. Los efectos especiales, para el presupuesto que había disponible, son magníficos y terminan de redondear esta imprescindible obra maestra de sus géneros con la que comienza una de las carreras más importantes de la historia del cine.
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