EL DELIRANTE MUNDO DE LOS FEEBLES de Peter Jackson - 1989 - ("Meet the Feebles")
Después de “Mal gusto” Peter Jackson sorprendió con la que es su primera gran película y una de las más grandes delicias de la animación de finales de la década de los ochenta: “El Delirante Mundo de los Feebles”, una parodia de las historias de marionetas para niños (inspirada directamente en los mundos de Jim Henson, a los que homenajea a la vez que desmitifica) en la que los animales protagonistas, en vez de ser seres felices cargados de buenos sentimientos, son representaciones de lo peor de la naturaleza humana.
Así, los Feebles, aparentemente entrañables, se mueven en los bajos fondos de la gran ciudad y son criaturas viciosas, egoístas, malévolas, débiles de espíritu y decadentes por encima de todo.
Entre ellos hay un elefante maniacodepresivo, un lagarto drogadicto traumatizado por la Guerra de Vietnam, un conejo adicto al sexo, una mosca que trabaja para la prensa rosa, una morsa mafiosa, un erizo infeliz, ingenuo y enamoradizo; una rata camello y matón de poca monta o una hipopótama artista de capa caída depresiva y cada día más gorda debido a que es adicta a la comida.
Los ambientes que les rodean son los del mundo del espectáculo y los de la mafia, mundos retratados por Jackson con un ojo agudísimo cruel, brutal, psicodélico, surrealista y, como el título del filme indica, delirante.
El humor más negro se da la mano con el romance más patético y con el retrato social más sarcástico y terrible para trazar una genial y desquiciada fábula sobre la ambición, el poder, la corrupción, la soledad, el amor y el vicio, fábula que, como es habitual viniendo del cineasta neozelandés, culmina en un espectáculo colosalista en el que todo se desmadra y en el que el gore también hace acto de presencia.
“El Delirante Mundo de los Feebles” es una película musical desprejuiciadísima (en la que hay lugar para insultos e injurias de todo tipo, escenas de sexo de toda clase y violencia vistosa y sádica) que provoca tanto la risa como una enorme desolación: sus animalitos protagonistas, aunque tremendamente esperpénticos e hiperbólicos, son fieramente humanos y muy pocos muestran sentimientos medianamente dignos (tal vez se salven la hipopótama, el erizo o el traumatizado lagarto), mientras que el retrato social que expone es tristemente reconocible.
Peter Jackson ya despuntaba con esta joyita de culto antes de rodar la también de culto “Braindead”, la película que le lanzó a la fama definitiva. “El Delirante Mundo de los Feebles” es una genial cinta originalísima e inimitable por encima de todo.
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