LOS CACHORROS de Mario Vargas Llosa - 1967 - ("Los cachorros")
Entre "La casa verde", de 1967, y "Conversación en la Catedral", de 1969, está, en la bibliografía de Mario Vargas Llosa, "Los cachorros". De hecho, es del mismo año 1967 de la primera novela mencionada.
Tanto la crítica como el público cataloga a esta obra a veces como relato y a veces como novela. Yo pienso, por su extensión, que se trata de una novela corta. También lo pienso porque los relatos de su autor, salvo algún caso aislado publicado aparte, se han reunido hasta este momento en un único libro: "Los jefes", de 1959.
Voy a comentar primero esta última, porque me parece extremadamente única, extremadamente particular: Vargas Llosa articula su relato alternando continuamente la primera persona y la narración omnisciente. Como ejemplo, voy a copiar el primer párrafo de la novela aquí:
"Todavía llevaban pantalón corto ese año, aún no fumábamos, entre todos los deportes preferían el fútbol y estábamos aprendiendo a correr olas, a zambullirnos desde el segundo trampolín del Terrazas, y eran traviesos, lampiños, curiosos, muy ágiles, voraces".
Esta combinación como he dicho constante, unida a los recursos que habitualmente utilizaba entonces el autor, presentes en "La ciudad y los perros" y "La casa verde" (supresión de nexos, mezcla de los diálogos con la acción, libre fluir del pensamiento, introducción constante de onomatopeyas...), da a toda la novela una pátina de diálogo colectivo, de voz única coral que a la vez es caleidoscópica, que pocas novelas tienen.
Además, el ritmo, a causa de esto, es frenético: aciertan quienes dicen que en "Los cachorros" los lectores no pueden parar de leer porque el propio libro, ciertamente, parece estar siempre a punto de desbordarse.
Mario Vargas Llosa, especialmente en su primera etapa, fue un revolucionario de la pluma, y esta novela es una prueba de ello.
Pero vayamos además a su contenido, que, una vez más, como siempre en esta mencionada primera etapa, es absolutamente demoledor. En seis capítulos, el peruano nos narra la vida de Cuéllar, un niño de Lima, de clase acomodada (volvemos al recurrente barrio pijo de Miraflores) que es atacado por un perro violento y que, por ello, ha de ser castrado.
A partir de aquí, su vida se va al traste: le ponen de mote "Pichulita Cuéllar" en el colegio y ese mote se le queda para siempre, y aunque él trata de demostrar su virilidad destacando en los deportes o comportándose como un chulo (y llegando a ser popular por ello entre sus compañeros), acaba cayendo en la marginación social a pesar de pertenecer a la clase alta.
"Los cachorros" se emparenta con "La ciudad y los perros" en el retrato brutal y cruel que muestra de la adolescencia, aunque en este caso esta adolescencia pertenece, como he señalado, a la clase alta urbana limeña.
Sin embargo, va todo más allá: Varga Llosa lleva a Cuéllar hasta la edad adulta, a la que es incapaz de adaptarse, y por medio de su historia pone en la picota una vez más al Perú de su momento. Clasismo, machismo, violencia, hipocresía, moralidad rancia, conformismo, control religioso de la sociedad, culto a las apariencias y al dinero como valores supremos.
La castración del protagonista es además un símbolo de la castración de los individuos en una sociedad opresiva e inhumana, que sólo valora las posesiones materiales. El elemento bíblico hace a esta alegoría aún más irónica: el perro que lo castra se llama Judas.
"Los cachorros" es otra obra maestra del primer Mario Vargas Llosa. Para mí, es una novela del todo imprescindible y que, además, se devora en una tarde. Descorazonadora en su crítica social y revolucionaria en su estética es decir poco.
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