Tres años después del enorme éxito de “Piratas del Caribe: La maldición de la Perla Negra” llegó a los cines su esperada segunda entrega, que era a su vez la primera parte de la tercera, que llegó a las salas al siguiente año.
Las dos fueron rodadas a la vez y ambas componen una nueva aventura en la que todos los personajes de la primera parte repiten para enfrentarse (o aliarse) con un nuevo y ciertamente muy carismático villano: otro pirata maldito llamado Davy Jones que está basado en una leyenda nórdica real.
Por desgracia, Gore Verbinski, que repite a la dirección de ambas, entregó esta vez dos películas lastradas por un guión muy mal compuesto, con salidas adelante improvisadas, con personajes tirados a la basura y con montones de lagunas (esto se notó especialmente en el gigantesco desbarajuste que fue la tercera parte).
También se operó un cambio en la saga: el tono aventurero y divertido de la primera entrega dio un giro radical. Todo se volvió en estas dos películas más oscuro, más violento incluso, pero a la vez más épico.
Desde mi punto de vista, no le sentó bien este viraje brusco a lo sombrío. Es algo que volvió a cambiar en la cuarta y en la quinta entregas, que retornaron a la aventura menos grave y dramática de la primera. Esto es, sin embargo, preferencia personal.
Entre los aciertos de “Piratas del Caribe: El cofre del hombre muerto” encontramos un mejor desarrollo de todos los personajes, en cuyos pasados se profundiza o a los que se les refuerza con nuevos objetivos para otorgarles un renovado interés; así como un ambiente más cuidado y personal, onírico y por momentos casi rococó (las escenas pesadillescas dentro de la nave de Davy Jones están realmente bien recreadas).
Por desgracia, “Piratas del Caribe: El cofre del hombre muerto” tiene un problema extra que la lastra bastante, pienso: que es en realidad un prólogo para “Piratas del Caribe: En el fin del mundo”, su continuación directa.
La película está estructurada como una interminable sucesión de secuencias de acción frenética justificadas con cuatro o cinco apuntes argumentales. Parece mentira, pero es cierto, y por si fuera poco este prólogo dura más de dos horas.
Se presentan a los nuevos personajes, se presenta la nueva trama y se presenta lo que va a ser la tercera entrega. Y punto.
El resto es puro relleno, relleno que consiste en acción, acción y más acción gratuita y colocada con calzador: carreras constantes de un lado para otro, un objeto que va sin cesar de un personaje a otro y traiciones y alianzas incesantes y a cada cual más rebuscada.
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