viernes, 5 de abril de 2019

LOS OTROS BATMAN III. BATMAN FOREVER, DE JOEL SCHUMACHER


Hay cambios ciertamente traumáticos, y uno de los más traumáticos del cine de superhéroes fue el que se operó en el paso de “Batman Returns” a “Batman Forever”, el paso del hombre murciélago visto por Tim Burton al hombre murciélago visto por Joel Schumacher.

Si bien es cierto que es un director capaz de realizar buenas películas (“Un día de furia”, “Última llamada”…) en sus dos aventuras de Batman metió la pata hasta el fondo, y bien metida.


En "Batman Forever" encontramos impunemente deshecho todo el camino que el director de "Eduardo Manostijeras" había hilvanado con tan buen hacer: el camino que encauzó al Batman cinematográfico en la dirección de la visión seria y digna del superhéroe que dieron en el mundo del comic grandes autores como Frank Miller o Alan Moore.

Si Tim Burton esquivó el concepto desfasado del Batman de Adam West y Burt Ward, Joel Schumacher lo retomó.

Siempre se le ha criticado mucho a este director la visión que mostró de Gotham para sus dos tristes aportaciones a la saga. La ciudad gótica de la oscuridad perpetua es ahora un paraíso fosforescente de neón empapado de colorido. 


Es como los productores de “Batman” querían que hubiera sido desde un principio: un paraíso psicodélico con reminiscencias estéticas de toda clase colocadas sin ton ni son; del cine negro de los años cuarenta y cincuenta, del musical clásico, del propio tenebrismo burtoniano, de la televisión de los sesenta, del colosalismo, del pop, del glam, del kitsch, del camp... Todo remezclado de cualquier manera otorgando al filme una atmósfera de ópera moderna algo infantil aunque curiosa, todo sea dicho.


Puede esta atmósfera gustar más o menos. A mi, personalmente, no me parece tan imaginativa ni tan adecuada al personaje como la de Burton. No es, sin embargo, el principal problema de “Batman Forever”.

Batman (ahora Val Kilmer tras el abandono de Michael Keaton) vuelve a ser un superhéroe plano al uso, al igual que su compañero Robin (un normalito Chris O’Donnell), que por primera vez le acompaña y que aporta más bien poco.


Dos Caras (ahora Tommy Lee Jones -en "Batman" fue muy brevemente Billy Dee Williams-) y Enigma son dos peleles estrambóticos y malvados porque sí, porque les ha tocado ser malvados. Además, ni Lee Jones ni Jim Carrey (excelentes actores casi siempre) saben hacer otra cosa que imitar al Joker o al Pingüino poniendo caras dislocadas y sobreactuando de manera extravagante.

Para colmo, la nueva “Chica Batman”, Nicole Kidman, es otra Kim Basinger: realiza un papel anodino y sin ninguna pasión. Todos los actores y actrices que participan en “Batman Forever” han demostrado en más de una ocasión ser geniales intérpretes. Sin embargo, aquí no hay por donde cogerlos: o no expresan nada o expresan demasiado (en el mal sentido).


A esto hay que añadir las flojas escenas de acción con infumables toques videocliperos, el lineal y aburridísimo guión, los horrorosos diálogos, la inapropiada música discotequera o de U2 (es un grupo inmenso, pero su aportación no viene a cuento) y el horrible humor que destila todo el metraje (era también esta película un nuevo vehículo de lucimiento para un Carrey recién salido de “La Máscara”).

Gozó “Batman Forever” de un gran éxito: fue incluso mejor recibida que “Batman Returns". Y lo que vino después fue, aunque parezca increíble, mucho, pero mucho peor...


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