viernes, 5 de julio de 2019

EL SEÑOR PRESIDENTE. UN RETRATO DEL TERROR ABSURDO DE TODA DICTADURA


Las hay muchas y geniales, pero para mi, la mejor "novela de dictador" es "El Señor Presidente" de Miguel Ángel Asturias, uno de los más grandes escritores guatemaltecos de la historia y ganador de un Premio Nobel de Literatura en 1967 que fue interpretado como una concesión a toda la obra del "boom" Sudamericano.

"El Señor Presidente" está basada en la figura de Manuel Estrada Cabrera, que fue presidente de Guatemala desde 1898 hasta 1920 a golpe de elecciones fraudulentas y tras haber llegado al poder como interino tras el asesinato del anterior, José María Reina Barros.


El reinado de Estrada Cabrera, que se ganó al ejército para su causa, fue, además de corrupto, represor y violento. Se transformó a sí mismo en un "dios en vida" y toda oposición a su persona fue brutalmente reprimida.

Las dos décadas y pico que gobernó se caracterizaron por sus crímenes políticos, por los fusilamientos de sus opositores, por las desapariciones misteriosas de sus críticos, por la falta total de libertades, por el abandono de los más pobres y por el estado de miedo perpetuo que instaló.


Derrocado por una gran y organizada revuelta y abandonado hasta por sus partidarios más íntimos el 14 de abril de 1920, Estrada Cabrera se rindió y pasó encarcelado, preparando su defensa (era abogado antes de entrar en política) los cuatro años que le restaban hasta su muerte de neumonía el 24 de septiembre de 1924. Todo esto, a grandes rasgos, y de forma resumida.

Miguel Ángel Asturias escribió "El Señor Presidente" como una crítica brutal a su dictadura. La elaboró durante la década de los veinte, en pleno reinado del terror, y aunque la terminó en 1933, cuando él ya llevaba muerto casi una década, la censura no le permitió publicarla y no la vio en un libro hasta 1946, y en otro país: México.


Si hay algo que está implícito en las mentes de muchos dictadores es el hecho de que se sienten perseguidos y despreciados por un pueblo que les odia "sin razón" o que no valora sus "desvelos".

Desde Hitler hasta Stalin pasando por Trujillo o el propio Estrada Cabrera se sintieron en algún momento de sus vidas víctimas de un trato injusto por parte de los suyos y por ello sumidos en la paranoia.

Asturias retrata perfectamente este hecho dibujando a un Señor Presidente malévolo, monstruoso, aleatorio y ambiguo pero que, a sus allegados más cercanos, confiesa lo agobiado y enfadado que se siente por tener que dirigir un país que no le quiere o que está lleno de ineptos o de gente desagradecida.


Sin embargo, si algo retrata aún mejor Asturias es el terrible estado de terror constante en el que vivían los guatemaltecos durante aquellas fatídicas décadas.

"El Señor Presidente" es una novela dura y desagradable. No vamos a parar de asistir, desde su inicio, a constantes y horrendos atropellos de la dignidad humana. 

Asesinatos selectivos, torturas, encarcelamientos gratuitos, extorsión a los más pobres, venta de mujeres disidentes a prostíbulos, violencia policial sin razón, ascensos y caídas aleatorias de favoritos que un día están en lo más alto y al día siguiente son perseguidos por todo el país, endiosamiento del presidente y culto delirante a su personalidad.


Si algo deja claro esta novela es el absurdo de toda dictadura: nada tiene sentido porque el poder es, además de ilegítimo, aleatorio.

Muchos condenados por el líder no saben por qué son condenados. Se lleva a alguien a una celda sin explicación ninguna y se le abandona allí durante meses. Un policía del régimen mata a un mendigo una noche de borrachera porque le da la gana y nadie hace nada. Un familiar cae en desgracia por alguna falta inexistente o inventada y toda su familia deja de hablarle. Un pobre hombre que no sabe leer quita sin querer un cartel gubernamental y va directo a la cárcel.


Y mientras, el presidente y los suyos derrochan y derrochan, y se gastan el dinero del pueblo, que pasa hambre y necesidades, en fiestas cargadas de lujos o en actos públicos de promoción del líder.

"El Señor Presidente" es estremecedora. Aunque esté maravillosamente escrita y sea una delicia. Porque no sólo es una de las pioneras del "Realismo Mágico", sino que su prosa musical emplea de forma magistral las repeticiones, el collage de sueños y de imágenes simbólicas y metafóricas, el surrealismo, el fluir de la mente.

"El Señor Presidente" es una novela dura, que no hace concesiones. Por eso es, tal vez, una de las mejores sobre temática dictatorial que existen.


Sus personajes son también inolvidables, y acaparan todos los estratos de la Guatemala de su tiempo, desde los altos adictos al régimen y los militares pasando por los obreros de la ciudad, los indios perseguidos y depauperados o los abandonados habitantes del campo.

En especial, creo que Miguel Cara de Ángel, el favorito del Señor Presidente y el mejor personaje de la novela, complejo, ambiguo, terrible y a la vez lleno de sorpresas, queda para los anales como una de las mejores construcciones de caracteres de la literatura sudamericana de todos los tiempos.

Esta novela es maravillosa. Necesaria y durísima. No pretende gustar a nadie, ni al poder, ni al lector. Por eso es un grito atronador contra toda tiranía que denuncia como pocas obras escritas su terror intrínseco.


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