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domingo, 10 de febrero de 2019

JACQUES TARDI Y LA MEMORIA EN VIÑETAS DE LA GRAN GUERRA


Conocemos de sobra la Segunda Guerra Mundial. No en vano, Adolf Hitler es tan tristemente famoso que ha llegado a ser, irónicamente, un personaje “pop” cuyo bigote es más célebre que el del mismo Charles Chaplin (cosa que al humorista por cierto no le haría ninguna gracia).

La conocemos tanto que a veces nos cansan los productos que se derivan de ella. “¿Otra de nazis? Puffff. Qué pesados: qué pereza”. ¿Cuántas veces hemos escuchado o dicho frases como ésta?


En la ficción y en el documental, estamos bien nutridos de Segunda Guerra Mundial. En el cine, en las series, en la literatura, en el cómic, en los videojuegos. La hemos revisitado en el mismo frente, la hemos revisitado en los terribles campos de exterminio, la hemos revisitado en el propio búnker de Hitler, la hemos revisitado disparando en videojuegos, la hemos revisitado en versiones paródicas con zombies de por medio, la hemos revisitado en comedias más o menos irónicas. Pero, ¿qué sabemos de su antecesora, la Gran Guerra?

La Primera Guerra Mundial, a pesar de ser una de las grandes causas de la segunda y a pesar de haber cambiado nuestra historia para siempre, es una guerra que permanece, en comparación con su sucesora, bastante olvidada.


La ficción no se libra de ello. ¿Cuántas películas conocen de la Gran Guerra? Sí, haberlas las hay. Pero, ¿las pueden contar con los dedos de las dos manos? ¿Y cuántas novelas? ¿Y cuántos videojuegos? ¿Y cuántos cómics?

Sí, la Gran Guerra es una gran marginada en el mundo del arte. En líneas generales lo es. Y fue tan brutal, tan desgarradora y tan interminable como la que le siguió décadas después.


Por suerte, hay autores que no la han olvidado, que han escrito sobre ella para que la tengamos siempre en mente, para que las experiencias de los que murieron en las trincheras no sean olvidadas, para que las nuevas generaciones sepan que si alguien como el mencionado Hitler llegó al poder fue en parte porque antes hubo una contienda planetaria de la que salieron imperios desmembrados y varios pueblos humillados y que a él le vino de perlas.


JACQUES TARDI

Uno de los autores que tienen muy presente la Gran Guerra en su obra es el francés Jacques Tardi. Es bien conocido por su serie “Las extraordinarias aventuras de Adèle Blanc-Sec” (todo un hito en su país), por la policíaca “Nestor Burma”, por la histórica “El grito del pueblo” o por sus dibujos para los guiones de otros autores (como por ejemplo, la genial comedia “Ici Meme” de Jean-Claude Forest).


Es, además de ello, uno de los creadores de las viñetas que mejor y más ha retratado lo que fue esta Gran Guerra.

Al igual que Art Spiegelman en “Maus”, Jacques Tardi se basó en el horror que vivió un familiar para escribir sobre la contienda: su abuelo era un superviviente de las trincheras que, traumatizado de por vida, rechazó en su lecho de muerte al sacerdote que le iba a administrar la extrema unción declarando que no creía en Dios porque "si existiera, no permitiría las guerras".


La Gran Guerra recorre un porcentaje bien alto de la obra de Tardi. Está ya presente en creaciones más cortas de sus inicios como “Adiós Brindavoine”, “La verdadera historia del soldado desconocido” o “El agujero del obús”, pero no es hasta “La guerra de las trincheras”, publicada en 1993, que es la protagonista absoluta.


"LA GUERRA DE LAS TRINCHERAS"

Tomando como punto de partida las experiencias de su mencionado abuelo, las charlas con historiadores especialistas, documentación de toda clase, fotografías e historias de hombres comunes que lucharon en el frente, el autor francés crea un álbum inmortal de la historia del cómic.

Su dibujo es tan crudo como lo que cuenta. Blanco y negro brutal, elementos aislados en color y un toque naif bastante terrorífico configuran sin embargo un realismo sin concesiones.


Van a encontrar en esta obra tristeza, frustración, depresión, violencia, terror, muerte, desesperación. Tardi se centra especialmente en el soldado raso, en la persona aplastada por la Historia, en el peón que es arrojado contra las balas por el rey o el político que ni siquiera le conoce en una guerra que a veces no llega ni a comprender del todo.

Sus personajes son carne de cañón en un retrato coral plagado de injusticias. Soldados que se suicidan, fusilamientos injustos, hombres que se vuelven locos, superiores que se transforman en auténticos psicópatas, patriotas majaderos que se sacrifican por nada.


La guerra de las trincheras, con sus armas entonces novedosas, con sus gases nunca vistos, con sus máquinas de matar demenciales, es retratada en todo su esplendoroso horror. Una vez que se ha leído este cómic, nunca se olvida de que antes de la Segunda Guerra Mundial hubo una Primera.


MÁS ALLÁ DE "LA GUERRA DE LAS TRINCHERAS"

Jacques Tardi no se quedó aquí, sin embargo, y por suerte. “El soldado Varlot”, de 1999, tiene un guión de Didier Daeninckx, pero él vuelve a dibujarlo, y vuelve a su escenario predilecto una vez más tras haberlo revisitado también con el propio Daeninckx, aunque en clave “noir”, en “La última guerra”, de 1997.

Como se puede observar, esta contienda mundial planea sobre toda su obra, incluso sobre la que no es puramente bélica.


“¡Puta guerra!”, de 2008, viene a ser una continuación, por lo menos “espiritual”, de “La guerra de las trincheras”. El francés completa el monstruoso universo que ya desarrolló en aquella con más datos, con más historias, con más horrores, y lo acompaña de un dossier imprescindible de Jean Pierre Verney, historiador que le ha ayudado mucho a recrear todos los hechos de sus tramas.

Finalmente “El último asalto”, del cercano 2016, es un nuevo álbum sobre su época predilecta al que acompaña un material extra en CD con una colección de canciones sobre la Gran Guerra adaptadas e interpretadas por su mujer, la cantautora Dominique Granger, y su banda Accordzeam.

Todo un maestro es Tardi a la hora de abordar el mismo asunto pero dándole una vuelta de tuerca novedosa e inesperada que se sirve del baile con otros artes, de la fusión de formatos.


Nos dejamos en el tintero alguna obra más, pequeña ésta, relacionada con la Primera Guerra Mundial de este francés incombustible. Su “trilogía” queda comentada y recomendada. Siempre es buen momento para recordar que la guerra es siempre algo terrible y monstruoso, y pocos artistas han hecho tanto para que no sea olvidada como Jacques Tardi.


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