De Miguel Córdoba me sorprendió, hace ya unos años, su novela "Ciudad de heridas", pero creo que "La curación", la última que ha publicado, me ha terminado de subyugar.
Dicen que está de moda eso de hacer homenajes a los años ochenta y noventa, y es cierto (éxitos como "Stranger Things" lo corroboran). Pero también lo es que no todo el mundo es capaz de hacerlos sin caer en las nostalgias baratas y en el descaro de ir expresamente a tocar la fibra sensible de las generaciones que fueron niños y adolescentes en aquellas décadas.
El autor de ésta novela no lo hace: sus referencias son sencillas y sentidas, y están colocadas con coherencia y exquisitez.
"La curación" es un viaje a través de estos momentos de rebeldía y de videoclubs, de explosiones musicales y de "frikis primigenios", hasta nuestros días. Es un viaje donde se dan la mano sin fisuras el drama, el terror, la fantasía y la aventura incluso. Y equilibrar todos estos "géneros" es difícil, y Miguel Córdoba lo consigue.
Tenemos una niña que nace con extraños poderes. Tenemos algo oscuro que acecha en un lugar oscuro. Tenemos una base militar que oculta algo increíble. Tenemos magia cotidiana y un toque surrealista acertado. Tenemos personajes carismáticos de todo tipo y tenemos un certero retrato social de esa Norteamérica profunda que ya ha llegado a ser como un "remake" de nuestro propio barrio lleno de sorpresas y terrores por doquier.
Y muchos asuntos tratados con lucidez: la vida y la muerte, la existencia de Dios, el poder de la mente y sus muchas alegorías, la creación y la destrucción, el machismo, el racismo, la violencia. Todo ello salpicado de constantes referencias musicales, cinéfilas, literarias y hasta "gamers".
Pero estas referencias no están colocadas al "tun tun", para sorprender de forma forzada, sino totalmente acordes con cada momento de la trama.
La cultura de cuatro décadas y su evolución acompaña a los personajes de "La curación" (su propio título hace referencia a la banda The Cure) a través de su viaje interior y exterior y a través de una búsqueda de un sentido a todo el sufrimiento que nos tenemos que comer por haber nacido en este pequeño planeta a veces absurdo pero siempre estimulante.
Por cierto, el prólogo de la novela, de Darío Vilas, es una joyita más, y la portada de Pablo Alonso Caballo es sencillamente deslumbrante: acorde con las maravillas que vamos a encontrar en el interior.
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