Creada por John Millius, William J. MacDonald y Bruno Heller, "Roma" es sin ninguna duda una de las mejores series históricas de la historia (valga la redundancia) y una de las que mejor han retratado la sociedad de la antigua civilización que le da nombre.
Su trama narra cómo la República Romana pasó a ser el Imperio Romano por medio del seguimiento de numerosos personajes de toda clase que recorren todos los estratos de la vida romana del momento (patricios, plebeyos, esclavos, libertos, legionarios, senadores, emperadores, prostitutas, comerciantes...) y que tocan a bastantes de las culturas que estuvieron relacionadas con aquella Roma (hebreos, egipcios, griegos, galos, celtas...).
Como a prácticamente todas las series y películas históricas, le han achacado imprecisiones a "Roma" y la han criticado también por haberse desviado en numerosos de sus pasajes de la historia "oficial".
Sin embargo, a pesar de esto, su nivel de verosimilitud es uno de los más perfectos de los últimos años, pues supera con creces en naturalismo a la esplendorosa Roma del Hollywood clásico y también, por poner dos ejemplos modernos, a series como "Spartacus" (una buena serie de acción aunque "desquiciada" y efectista) y a películas como "Gladiator" (también una buena producción pero con un sentimiento excesivamente épico que termina por hacerla irreal).
A "Roma" no sólo la encumbra el hecho de estar rodada en los antiguos estudios de Cinecittà (que están precisamente en la actual "ciudad eterna"), el retratar un mundo antiguo sucio y decadente muy creíble en todos los aspectos o el haber sido la serie más cara de la televisión de su momento (apabullante la calidad y la variedad de sus escenarios y localizaciones y la cantidad de extras que por ellos pululan, aparte de la riquísima caracterización).
A "Roma" la encumbra sobre todo la profundidad de sus personajes, cuyas morales están adecuadas a su época como, pienso, pocas creaciones históricas han conseguido hasta ahora.
Los protagonistas de la trama que la serie narra son, ante todo, profundamente humanos: los hay de fondo más y menos bondadoso, los hay más y menos malévolos y los hay más o menos ambiciosos, pero todos oscilan sin cesar entre lo blanco y lo negro sin detenerse nunca en ninguno de los dos colores.
El maniqueísmo no existe en "Roma". Lucio Voreno y Tito Pullo (tal vez los dos protagonistas absolutos, si es que los hay en la trama coral de la serie) son dos hombres básicamente buenos pero presas de su momento; su amistad está por encima de todo y también su amor por sus seres queridos y, sin embargo, son legionarios que dominan a otras culturas por medio de la fuerza, que se aprovechan de una sociedad esclavista, que guardan represiones sexuales y sentimentales y que se combierten en asesinos que se venden al mejor postor entre los bandos que luchan por el poder.
Y repito: por encima de todo está, para ellos, la amistad y sus familias y seres amados. "Roma" acierta plenamente así en el retrato social del momento histórico que dibuja; para un romano era algo justo conquistar y esclavizar para glorificar a su patria y no por ello era visto como una mala persona; cumplía con su deber.
Adecuar la moral actual a la moral de un pasado histórico lejano no suele dar resultados creíbles, y es eso precisamente lo que "Roma" evita.
Los demás personajes actúan como el dúo principal: Octavio es un sádico acomplejado que sin embargo quiere lo mejor para su tierra y quiere erigirse como un contradictorio guardián de la moral, Atia es el diablo en persona pero se enamora locamente de Marco Antonio, que a su vez se enamora locamente de ella primero y de Cleopatra después y ello le lleva a tirar por tierra todas sus ambiciones y logros.
Por otra parte, Julio César piensa que hace lo mejor por su pueblo en todo momento pero destroza con su soberbia toda su obra, Posca es un esclavo avaricioso y conspirador que sin embargo llora tras la muerte de su amo (su amistad con César sorprende por la sinceridad, la confianza y el cariño que ambos se tienen, aunque no se lo demuestren -lo mismo se da entre Cicerón y su sirviente-), la mencionada Cleopatra es una reina caprichosa y arbitraria que sin embargo llega a dar pena cuando se ve completamente desvalida y acosada, Bruto se debate entre el deber y el agradecimiento familiar y por ello acaba en la ruina, Timón es un hebreo que no sabe si "romanizarse" para vivir con comodidad en una sociedad más fuerte o si rebelarse contra los conquistadores de su cultura...
La lista de personajes es enorme, pero todos son ejemplos del claroscuro moral propio de su época, en donde nadie está a salvo, en donde los hijos conspiran contra los padres y viceversa y en donde, sin embargo, la fraternidad surge en el momento más inesperado.
El desenlace de la serie deja a todos estos personajes (a los que sobreviven a la vorágine asesina de la ciudad eterna) a la deriva, con una sensación de amargura flotando en el aire que de alguna manera anticipa que la supuestamente invencible Roma llegará a caer por sus propios defectos como cayeron los imperios que ella misma destruyó o conquistó.
Por si fuera poco, "Roma" además es un maravilloso compendio de drama, aventuras, hazañas bélicas y thriller que incluso se reserva espacios para el humor y que en dos temporadas escasas (ambas de idéntica calidad impecable) engancha al espectador y le deja con sensación de querer seguir conociendo la historia del imperio más longevo de occidente.
Por supuesto, la violencia y el sexo campan a sus anchas como campaban en el mundo romano clásico.
Finalmente, el carismático reparto brilla sin cesar (Ray Stevenson, Kevin McKidd, James Purefoy, Ciaran Hinds...), aunque entre todos destaca, pienso, la genial actriz Polly Walker, que da vida a Atia, un personaje que llega a poner los pelos de punta tanto de terror como de patetismo.
La serie, demasiado cara, por desgracia se quedó en dos temporadas. Una auténtica lástima. Pero eso no le quita un solo mérito. No se pierdan esta maravilla de la recreación histórica.
excelente
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