UNA HISTORIA INMORTAL de Orson Welles - 1968 - ("Histoire Immortelle")
Orson Welles tenía que estar verdaderamente obsesionado con la ascensión y la caída de grandes personajes y con las "historias dentro de otras historias" y la ficción que toma vida. Su "Ciudadano Kane", su obra maestra, fue repetida con variantes en "Mr. Arkadin" y en ésta "Una historia inmortal". En ambas con poca fortuna: las dos son dos de las películas más flojas de toda su filmografía.
"Una historia inmortal", rodada tras el nuevo batacazo que el director se metió con la espléndida pero en su día para variar infravalorada "Campanadas a medianoche", es un remiendo del mencionado debut del director pero muy fallido.
La trama, que encaja cuentos dentro de otros como muñecas rusas, sigue a otro gran hombre que cayó en la desgracia después de llegar a lo más alto y otras historias que hablan de ambición, soberbia, bien y mal, corrupción, soledad, muerte, sexo, egoísmo y, por supuesto, trascendencia.
A Orson Welles se le va ya aquí la mano con la pedantería y se pasa tres pueblos con los diálogos barrocos mientras a la vez intenta hacer virguerías argumentales forzadas.
Por supuesto, él mismo interpreta al carácter principal, otro trasunto de Charles Foster Kane mezclado con los personajes pantagruélicos que ya interpretó en sus adaptaciones de obras de William Shakespeare o en "Sed de mal". Orson y su ombligo.
Todo ello además acompañado de su habitual expresividad también barroca, con sus giros y ángulos de cámara ampulosos y con su visualidad desbocada, recargada y machacona.
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