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lunes, 24 de mayo de 2021

TWIN PEAKS. Y LLEGÓ DAVID LYNCH Y REVOLUCIONÓ LA TELEVISIÓN

TWIN PEAKS de David Lynch y Mark Frost - De 1990 a 1991 - ("Twin Peaks")

"Twin Peaks" es una serie mítica donde las haya. David Lynch la creó junto a Mark Frost a principios de los años noventa y marcó a toda una generación y, a pesar de haber ciertamente muerto de éxito como le ocurrió a otras igualmente míticas y alargadas innecesariamente como "Expediente X" o "Perdidos", ha quedado como una de las grandes obras maestras de la televisión de la historia. 

En su día, su curiosa mezcla sin fisuras de thriller, drama e historia sobrenatural cargada de metáforas visuales supuso toda una revolución en la pequeña pantalla, y sus estrambóticos y tiernos personajes cautivaron a las audiencias de todo el mundo. 

El asesinato de la ultraconocida Laura Palmer servía a Lynch y a Frost para desplegar el retrato completo, irónico, sardónico y socialmente muy agudo de una pequeña ciudad cualquiera de la Norteamérica profunda (Twin Peaks) en la que latían oscuros y terribles secretos (uno de los temas predilectos de Lynch que se pueden encontrar en películas como "Terciopelo Azul", "Corazón salvaje", "Carretera perdida", "Mulholland Drive" o "Inland Empire": la cotidianeidad nunca es "normal" y esconde siempre su parte irreal y malévola). 

La misteriosa y brutal muerte de la adolescente, muy popular en el lugar, era la locomotora de una trama en la que se mezclaba la violencia descarnada, el humor negro, el humor completamente freak, un toque de acción, un retrato generacional de finales de los ochenta y principios de los noventa, el surrealismo más puro y delirante y unos gags casi de comedia de situaciones. 

Y descubríamos que Palmer no era en absoluto la idílica y tierna jovencita que muchos pensaban que era: en la trama aparecen asuntos como la prostitución, las drogas, la corrupción, la mafia, los trapicheos políticos y empresariales, el maltrato doméstico, la marginación del diferente, los odios familiares, las rencillas generacionales irreconciliables y el otro gran asunto predilecto de Lynch, el de la lucha del bien contra el mal. 

"Twin Peaks" es un retrato, como he señalado, muy agudo y con crítica social de los USA profundos y de su vida de hipocresía, de apariencias y de falso y fracasado "Sueño Americano".

El otro punto fuerte que tenía la serie eran sus inolvidables personajes, que además estaban interpretados de maravilla y desbordaban carisma, desde la mencionada Laura Palmer (Sheryl Lee, que también interpretaba a su prima) hasta el legendario agente Dale Cooper (el por desgracia algo olvidado Kyle McLachlan) pasando por las inolvidables Donna Hayward y Audrey Horne (las también por desgracia olvidadas Lara Flynn Boyle y Sherilyn Fenn), por el perturbador Leland Palmer (excelente Ray Wise), por el sheriff Truman (Michael Ontkean), por la pérfida Catherine Packard (la estrella invitada Piper Laurie) o por el aterrador Bob (Frank Silva) -y son sólo unos ejemplos, porque la galería es bien amplia y está llena de fantásticos y originales secundarios como El enano bailarín, La Mujer del Leño, El Gigante o un agente del FBI completamente sordo interpretado por el propio David Lynch-). 

La ambientación era también plenamente "lynchiana": enrarecida, marcada por los sugerentes rincones en penumbra, con un poderoso aire de cabaret decadente, feísta pero con espacios naturales muy bellos (los paisajes de Twin Peaks están excelentemente fotografiados y han quedado para los anales) y con escenarios inolvidables como la mítica "Habitación Roja" (mil veces imitada y parodiada).

Hay que decir que "Twin Peaks", a pesar de sus innegables virtudes que revolucionaron la televisión en su momento, tiene tristemente una última parte verdaderamente desastrosa y un desenlace precipitado y para mí muy malo y cortado de un tajo. 

wLa serie, un éxito total que devino en una absoluta "twinpeaksmanía", fue por desgracia alargada innecesariamente para exprimir la gallina de los huevos de oro y, al igual que otras míticas como las mencionadas "Expediente X" o "Perdidos" (ambas, como ésta, marcaron a generaciones), cayó finalmente por su propio éxito. 

La primera temporada de la obra, de ocho capítulos, es absolutamente impecable, mientras que la segunda, de 22 episodios (se nota el desequilibrio creado por el alargamiento artificial), empieza de manera igualmente perfecta hasta que en su séptimo capítulo, y por exigencias de la ABC, Lynch y Frost son obligados a mostrar al asesino de Laura Palmer (en un capítulo mítico, todo hay que decirlo). 

Posteriormente, los siguientes dos episodios resuelven la trama de este asesinato y, a partir de aquí hasta el final de la serie, la historia se alarga trece capítulos más en los que la introducción de Windom Earle, un excelente nuevo villano (maravilloso Kenneth Welsh) no consigue levantar el vuelo y "Twin Peaks" se sume en una triste decadencia. 

El personaje de Earle es un personaje excelente: un villano redondo, con carisma, que da mal rollo y con diálogos inteligentes pero que, por desgracia, viene desfasado en un mal momento para la serie, momento en el que Lynch y Frost se desentienden de ella bastante para dedicarse a otros proyectos y todo cae en manos de directores invitados y los productores de la obra, que se dedican a introducir nuevos enigmas que no tienen la fuerza de los de los mencionados Lynch y Frost y a meter a lo bestia trios amorosos para casi todos los personajes principales, un recurso tosco propio de telenovelas baratas que lastra muchísimo y sin remedio posible al conjunto.

Es una pena, pero personajes geniales como los interpretados por los jovencísimos Heather Graham, David Duchovny o Billy Zane (un casting excelente en su día) o el mencionado Kenneth Welsh, todos introducidos para insuflar aire fresco tras el capítulo que revela la identidad del asesino de Palmer, no ayudan a levantar el vuelo a una serie que se termina perdiendo en historietas amorosas que no llevan a ninguna parte y que se acaban tornando soporíferas y repetitivas. 

Para colmo, se quitan de encima con una excusa cutre al personaje de James Hurley (James Marshall), un personaje básico de la historia que es despachado de buenas a primeras y que se queda sin cerrar (cómo odio cuando hacen esto en las series, cuando no se curran en condiciones la salida de caracteres protagónicos e improvisan cualquier chorrada). 

Todo esto, por supuesto, repercutió en la audiencia, que cayó como no se pensaba que iba a caer y que obligó al cierre precipitado de la serie, que termina en un brusco capítulo que ya si dirigió de nuevo David Lynch (convencido para que retornase) y que, a pesar de tener momentos míticos, dejaba numerosas incógnitas abiertas y también bastantes arcos argumentales de personajes a la mitad. 

Fue una pena, pero la historia se ha repetido muchas veces con productos que "mueren de éxito". De todas formas, "Twin Peaks" como conjunto es una maravilla, un clásico que todos deberían disfrutar cuya primera temporada es una obra maestra y cuya segunda, hasta el mencionado capítulo siete, es igualmente una creación magna.

No me olvido de decir lo que se sabe ya: que la serie volvió en 2017 de la mano de David Lynch otra vez. Pero de esta nueva temporada hablaré en los próximos días, porque por sus características y por su estreno y su polémica se merece un apartado especial para ella sola. Mañana, la película de 1992.

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