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martes, 23 de marzo de 2021

NUNCA DIGAS NUNCA JAMÁS. EL RARO BOND ALTERNATIVO PARA EL QUE VOLVIÓ CONNERY

NUNCA DIGAS NUNCA JAMÁS de Irving Kershner - 1983 - ("Never say never again")

"Nunca digas nunca jamás", la otra película de James Bond que no pertenece a la franquicia oficial junto con la "Casino Royale" de 1967, es un remake de "Operación Trueno", la cuarta película de EON, y es producto nada más y nada menos que de Kevin McClory, que como comenté en la entrada dedicada a aquella y también en la de "007 contra Dr. No" entabló una batalla legal contra los productores de EON, Saltzman y Broccoli, y contra el propio Ian Fleming para exigir que se le reconociese co-autor del mundo de James Bond. 

Como expliqué también en esas entradas, la cosa le salió bien a medias: fue reconocido co-creador de la organización criminal SPECTRA y de su líder, el mítico Blofeld, y se le otorgó el derecho a rodar la película que hoy comento.

Kevin McClory no pudo desarrollar su propia serie del agente 007, que era lo que buscaba, pero sí que pudo golpear a EON con esta cinta alternativa que rivalizó en las taquillas con "Octopussy" y que, aunque al parecer ganó en recaudación la primera, casi la alcanzó y le proporcionó sustanciosos dividendos (entre otras cosas, por volver a tener a Sean Connery dando vida a Bond tras doce años retirado de la franquicia de Saltzman y Broccoli).

Lo que el filme de Kevin McClory ofrece (filme dirigido con solvencia por el habitualmente mediocre Irvin Kershner, especialista en puros encargos como éste o como su mejor obra, "El Imperio Contraataca") es una versión alternativa de "Operación Trueno" que subsana los principales errores de éste, uno de los más flojos de los siete primeros de EON: las escenas submarinas están aquí muy acortadas (en la mencionada "Operación Trueno" eran insufribles) y se ofrece en esta ocasión a un Largo de altura (el de Adolfo Celi era solvente pero estaba ensombrecido por villanos anteriores como Dr. No o Goldfinger) que viene interpretado ejemplarmente por el gran Klaus Maria Brandauer. 


La película, sin embargo y a pesar de esto, se muestra irregular en líneas generales: puede resultar más divertida que la original, pero también tiene personajes y escenas muy flojas que la lastran.

Comencemos hablando de los méritos de "Nunca digas nunca jamás": Sean Connery, productor en secreto de la película, vuelve a ser 007 (el título del filme es una broma a este respecto: el actor escocés aseguró que "nunca jamás" volvería a serlo) y la verdad es que cumple con solvencia en su papel, que repite conscientemente con todos sus tópicos clásicos (aunque, como Roger Moore en "Octopussy", se ve ya basante viejo para ser un galán y un héroe de acción), mientras que el mencionado Klaus Maria Brandauer, como he comentado, borda a un antagonista excelente, con personalidad, obsesivo y atormentado pero también soberbio y terrible. 


Por otra parte, la chica Bond principal (Dominó) es una Kim Basinger en estado de gracia y Felix Leiter es ahora Bernie Casey, que entrega al primer Leiter negro (el siguiente sería el Jeffrey Wright de la saga de Daniel Craig) y que tiene considerablemente más protagonismo que el de Rick Van Nutter del primer "Operación Trueno". 

En el filme se pueden encontrar además escenas geniales como el tango de Bond y Dominó (momento mítico de ambas sagas, oficial y no oficial) y secundarios magníficos como el Blofeld de Max Von Sydow (enorme), de aparición muy breve pero cargada de carisma.


Ya en el aspecto negativo de "Nunca digas nunca jamás", hay que mencionar muchas escenas de acción verdaderamente mediocres entre las que sobresale especialmente la de la lucha con el videojuego de Largo y Bond, muy pulp pero también tremendamente tonta y, además, cutre y ridícula. 

Por otro lado, hay personajes que pierden muchísimo en la versión del mundo de 007 de McClory: M (Edward Fox) es un gafotas cascarrabias un poco histérico pero sin fuerza, Q (Alec McCowen) y Moneypenny (Pamela Salem) no resultan tan simpáticos como sus dobles de EON y Fatima Blush está interpretada por una Bárbara Carrera sobreactuadísima que resulta ser vergonzante (otra escena terrible: su lucha final contra Bond). 


"Nunca digas nunca jamás" es una cinta que subsana muchos de los defectos de "Operación Trueno" pero que cae, inexplicablemente, en otros nuevos. 

Este filme fue amado por unos fans de Bond y odiado por otros. Yo creo que es una "rareza" aceptable y esencialmente divertida a pesar de sus ridiculeces, pero que desde luego podría haber sido un remake redondo, y no lo fue.

En los siguientes meses comentaré, tras esta película y la cómica "Casino Royale", la saga de 007 de Daniel Craig, cuya quinta entrega estamos esperando todavía a causa de la crisis sanitaria que estamos viviendo.

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