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lunes, 20 de julio de 2020
CAMINO A LA PERDICIÓN. UNA ESMERADA JOYA NEGRA DE SAM MENDES
La segunda película de Sam Mendes tras "American Beauty" le supuso un cambio de registro total que marcaría ya el resto de su carrera, en la que hasta este momento ha tocado numerosos géneros (el drama familiar y de pareja, la comedia romántica, el negro, el bélico y hasta James Bond se han dado la mano en su filmografía).
"Camino a la perdición", basado en un cómic de Max Allan Collins que a su vez está inspirado libremente en el imprescindible clásico japonés "El lobo solitario y su cachorro", es una película negra fieramente clásica que homenajea al cine de gangsters del Hollywood dorado con muchos de sus elementos habituales.
Articulada como una road-movie por la Norteamérica profunda y ambientada en los años de la Gran Depresión, trata asuntos como la hermandad y la traición, la redención, la hipocresía religiosa de la mafia, el fracaso de la familia enmarcada en un entorno de violencia y la propia violencia, de la que un padre mafioso intenta salvar a su hijo pequeño.
Un excelente y sufriente Tom Hanks es este hierático mafioso en uno de los grandes papeles de su carrera, y un también destacado Tyler Hoechlin es su hijo pequeño.
Les acompañan unos geniales Paul Newman (maravilloso en su atormentado papel) y Jude Law (haciendo de un repugnante malo malísimo de manera muy personal), y un Daniel Craig pre-James Bond que ya empezaba a despuntar poco a poco y que aquí crea un personaje deliciosamente ruin, despreciable, liante e inepto.
"Camino a la perdición" no muestra nada que no hayamos visto ya en otras películas negras de gangsters, pero es en todos los aspectos una obra de factura excelente con un ritmo comedido y unas breves escenas de acción y persecución cuadradas al milímetro en las que lo épico, lo brutal y lo realista se mezclan sin fisuras.
Tiene momentos excelentes que sólo un gran director puede conseguir (Hanks y Newman tocando juntos el piano, la presentación del personaje de Law, la llegada a la gran ciudad por vez primera, las persecuciones y tiroteos llenos de nervio, el encuentro final bajo la lluvia o ese maravilloso epílogo...) y la fotografía y la banda sonora son absolutamente preciosas, así como exquisita la representación histórica de la época.
La segunda obra de Sam Mendes es una joyita impecable realizada con esmero y amor por el trabajo bien hecho.
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