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jueves, 2 de abril de 2020

RATATOUILLE. UNA CRÍTICA A LOS CRÍTICOS DE PARTE DEL PIXAR MÁS MAGISTRAL


Después de la primera y flojita "Cars", Pixar se recuperaba totalmente con una batería de películas absolutamente imprescindible: hasta la llegada de la secuela de esta película, la también floja "Cars II", en 2011, la compañía produjo nada más y nada menos que cuatro otras maestras seguidas; "Ratatouille", "Wall-E", "Up" y "Toy Story III". Ahi es nada.

"Ratatouille" es una de las mejores películas de toda la historia de Pixar, una de esas películas de animación en las que el manido "es para niños y para adultos" cobra su sentido más absoluto. 


Porque tenemos lo de siempre, lo esperable (una historia de amistad y otra de amor aderezadas con la clásica trama de la superación personal y de la lucha por un sueño) pero realizado de una forma absolutamente soberbia.

Y es que se nota que el director es quien es. Brad Bird ya había dejado a todos con la boca abierta con sus dos filmes anteriores, el precioso "El gigante de hierro" y la absolutamente genial (ya en el seno de Pixar) "Los Increíbles", que es otra de las películas básicas del estudio de animación.

"Ratatouille" trata numerosos asuntos: el amor, la amistad, la convivencia y la fraternidad en la diferencia, el buen trato a los animales, la persecución de los sueños. 


Son los temas habituales de Pixar. Sin embargo, la cinta también trata otro que la hace única: es una crítica a "los críticos". Ya sea culinarios, ya sea artísticos, ya sea vitales.

La aventura de esta rata y su amigo humano es una invitación al reconocimiento de los errores propios, de que nadie es perfecto y de que la labor del crítico (extrapolable a cualquier ámbito) es la más fácil de todas porque no arriesga nada y no realiza ningún trabajo salvo el de juzgar a los demás (y además suele tener un beneplácito público en muchos casos aceptado porque sí).


El diálogo final de Anton Ego ("villano" absolutamente fascinante y personaje genial donde los haya) es una obra maestra en sí; pone los pelos de punta con su lucidez y clarividencia y hace pensar (en especial a los adultos) sobre nuestra muchas veces inconsciente pero probada altanería a la hora de tratar a los demás. 

Insisto: no hablamos de cocina y de platos; no, hablamos de simple modo de vida. "Ratatouille" tiene un mensaje que toca a todos los palos.


Sobra decir que la animación es genial y que los escenarios, que recrean un París romántico mágico, son una delicia.

Sobra igualmente decir que el humor, inteligente y adulto, marca de la casa, es otra delicia (valga la redundancia). "Ratatouille" es una de las más grandes obras maestras del cine de animación de los últimos años.


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