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viernes, 2 de agosto de 2019
EL SULFATO ATÓMICO. EL MORTADELO Y FILEMÓN QUE PUDO SER Y NO FUE
De "Mortadelo y Filemón" se podrían decir miles de cosas y nunca terminaríamos. Es posiblemente el cómic español más popular de la historia, y su evolución sigue todavía abierta porque su creador, Francisco Ibáñez, no ha dejado de publicar tomos con sus aventuras desde 1958.
Si bien desde hace bastantes años estos dos locos detectives viven aventuras relacionadas con hechos de plena actualidad y con un dibujo muy mejorado con respecto al de sus inicios, en 1969 tuvieron una primera gran epopeya que sentó las bases, en parte, de lo que serían las posteriores.
Se llamó "El sulfato atómico", y en ella se introducía a la organización en la que trabajarían a partir de ese momento, la T.I.A. (Técnicos de Investigación Aeroterráquea, en clara parodia a la C.I.A.) y, también, a dos de los personajes que les acompañarían ya para siempre: el Súper y el Profesor Bacterio.
Se establece una clara parodia de los filmes de James Bond, que estaban en la cresta de la ola en aquel momento (el Súper es claramente M y Bacterio es Q) y la serie se asienta en su estilo definitivo: la parodia del género de espionaje.
Esta aventura, además, destaca por algo más: por su impresionante dibujo, que buscaba una calidad similar a los de los grandes álbumes franco-belgas de series como "Spirou y Fantasio", "Asterix" o "Las aventuras de Tintin".
No encontrarán en este cómic rastro del dibujo más simple y funcional que se quedaría establecido posteriormente. Los personajes tienen un detalle muy cuidado, y los fondos una calidad sobresaliente, así como el color y su aplicación, mucho más perfeccionista que en otros anteriores y posteriores.
Los escenarios, los vehículos, los gestos de los personajes: todo está hecho con mucho más mimo del habitual. Mortadelo y Filemón corren de forma diferente en cada viñeta, y se cambian de ropa, y sus chichones duran más tiempo, y los disfraces del primero son verdaderos disfraces que han de colocarse y que no aparecen siempre de la nada.
Hay, además, viñetas más grandes y detalladas, con batallas de tanques delirantes, insectos gigantes y multitudes compuestas de personajes que tienen su propia personalidad.
Su historia es también totalmente lineal: posteriormente, a partir del siguiente tomo, "Contra el gang del Chicharrón", se dividiría en segmentos autoconclusivos dentro de la misma gran trama para hacerlos más comerciales.
Tiene además otro gran valor "El sulfato atómico": en 1969, con Franco vivo todavía, hace una curiosa parodia de los estados ultramilitarizados.
Tirania es una suerte de Alemania nazi (impagables los chistes constantes españolizando el idioma germano) y el villano de la historia, Bruteztrausen, es un dictador de pacotilla obesionado con las armas y, por supuesto, completamente inepto.
He dicho que como parodia me resulta curiosa porque la ridiculización de los estamentos militares es constante. Sí, no se critica nada relacionado con España y Tirania es un país inventado, pero creo que las referencias son claras, clarísimas.
Personas que vivieron aquellos tiempos me comentan que posiblemente esto se debiese a que la dictadura estaba ya en sus últimos años (le llamaban ya "dictablanda") y había permitido una cierta apertura en la que la censura no era ya tan estricta.
"Mortadelo y Filemón" no ha sido una serie, pienso, tan crítica como por ejemplo las de Escobar o algunas de las de Vázquez, por lo menos en sus inicios (hoy en día, como he dicho, sí que trata asuntos y problemas actuales). Tal vez aquí Ibáñez trató de dársela con queso al franquismo por medio de una historia que parecía ser una simple parodia de humor.
El estilo de "El sulfato atómico", por desgracia, no tuvo mucha más continuidad. En los álbumes posteriores, se fue relajando y se impuso el dibujo sencillo, directo, esencial, que permitía sacar adelante a su creador un mayor volumen de trabajo.
Francisco Ibáñez se quejó de este cómic y dijo que, en el tiempo que le llevó terminarlo, podría haber terminado tres, y que la mayoría de los lectores lo que quería era divertirse y no se fijaba en que el personaje "tuviera más o menos arruguitas".
Fue una verdadera lástima que no se hubiese sentado un precedente con este excelente y desternillante álbum. Es cierto que el dibujo de "Mortadelo y Filemón" mejoró mucho finalmente, pero eso fue ya décadas después.
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