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viernes, 1 de noviembre de 2024

E.T., EL EXTRATERRESTRE. UNA JOYA IMPERECEDERA SOBRE LA AMISTAD

E.T., EL EXTRATERRESTRE de Steven Spielberg - 1982 - ("E.T., the extra-terrestial")

"E.T., el extraterrestre" es una de esas películas que podemos catalogar sin problemas de "imperecederas". Da igual la época en la que la veas, da igual la edad con la que la veas y da igual la edad con la que la vuelvas a ver: te sigue cautivando y poniendo los pelos de punta. 

Spielberg tiene muchas de estas en su filmografía. Pero muchas, muchas. Es alguien que cuenta entre sus facilidades, por norma general y con sus patones, con esa magia creativa particular. 

E.T. está inspirado en un amigo imaginario que tuvo el director cuando era niño y que creó en su mente para poder superar el divorcio de sus padres, algo que le marcó muchísimo y que es un tema presente en bastantes historias suyas de una forma o de otra (en ésta incluida). Dicha inspiración la mezcla con otra de sus obsesiones: los alienígenas, presentes también en su filmografía en muchas ocasiones (y en este caso, volviendo al concepto de alien bondadoso de "Encuentros en la Tercera Fase").

Rodada en orden cronológico para conseguir un dramatismo más coherente y depurado, "E.T., el extraterrestre" narra la historia de amistad entre Elliot, un niño del planeta Tierra, y el alienígena que da nombre al filme, que se pierde en las cercanías de su vecindario de los USA. Esta amistad cobra un sentido espiritual, de fusión y de fraternidad entre especies, que sigue estando de plena actualidad y que lanza un mensaje tan sencillo como necesario en cualquier época.

Steven Spielberg narra esta historia mezclando sin fisuras el humor (que lo tiene, y mucho), el drama (que llega a ser desgarrador, da igual la edad que tengas) y escenas de acción magníficas que han llegado a ser ya míticas todas ellas.

Los efectos especiales del extraterrestre protagonista siguen siendo una delicia (mucho mejor que los insertados modernos de la versión de 2002, la verdad, que dan el cante y me parecen algo innecesarios) y también los de la nave y lo que vemos de ella y de sus otros tripulantes. Igualmente el carisma de dicho E.T.: pocos alienígenas han marcado tantísimo la historia del cine y de la cultura popular como éste (sí, está el alien de "Alien" y alguno más, pero en general son pocos para tanta producción que hay del género, pienso).

El plantel de intérpretes luce finalmente genial: desde una entonces niña y divertidísima Drew Barrymore pasando por una Dee Wallace verdaderamente sufriente o, por supuesto, un Henry Thomas que de verdad conecta contigo (actor niño entonces que, por cierto, no ha dejado de hacer películas y que creo que a veces está injustamente poco valorado).

"E.T., el extraterrestre" es una joya de la ciencia ficción, de la aventura, de la fantasía, del humor, del drama: su combinación es perfecta y no envejece. Fue un exitazo gigantesco que reafirmó todavía más a Spielberg como ese Rey Midas de Hollywood que era ya plenamente.

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