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domingo, 3 de marzo de 2019

SPIDER-MAN. SAM RAIMI CUIDA LA ESTÉTICA PERO DESAPROVECHA LA TRAMA


SPIDER-MAN de Sam Raimi - 2002 - ("Spider-Man")

En los últimos meses, comenté (en esta etiqueta están), "Spider-Man: Un nuevo universo" y "Spider-Man: Homecoming". Empiezo hoy el ciclo "Los otros Spider-Man".

Después de bastantes series para televisión de animación y de actores reales de muy diverso acabado y de alguna que otra desafortunada "película" que es mejor olvidar, Spider-Man, uno de los superhéroes más importantes y famosos de la casa Marvel y uno de los grandes iconos del mundo del cómic de todos los tiempos fue llevado a la gran pantalla, por primera vez con una cierta dignidad, por Sam Raimi en 2002.


El gran éxito de esta adaptación propició dos secuelas que han dejado la saga del autor de "Posesión Infernal" en una trilogía que fue reiniciada, antes del Hombre Araña definitivo del Universo Cinematográfico Marvel, con un dueto muy reciente que dirigió Marc Webb.

La adjudicación de las primeras tres adaptaciones de las aventuras de Peter Parker a Raimi todavía propicia una cierta polémica: muchos las detestan, otros tantos las adoran y otros cuantos las ven sólo aceptables.


En mi opinión, las tres son cintas fallidas, aunque las dos primeras pueden resultar distraídas. Es bastante decepcionante que un director como Raimi, de filmografía irregular pero muy curtido en el cine fantástico, en adaptaciones de historias de las viñetas y gran amante del personaje, haya optado en estas creaciones por la mediocridad del cachondeo y de la falta de pretensiones (especialmente esto se puede ver desbocado en la tercera de ellas).

“Spider-Man” y sus dos secuelas son películas de acción con protagonistas planos, antagonistas planos y tramas planas que vuelven, una vez más, a presentar al clásico superhéroe que no pasa de ser un simple cartón con traje de colores que lucha contra el mal.


Hay que decir que las elecciones en el reparto son acertadas: todos los personajes, entre los que destacan Tobey Maguire como Peter Parker, Kirsten Dunst como Mary Jane, James Franco como Harry Osborn y Willem Dafoe como Norman Osborn (el villano de turno de la entrega que comentamos hoy) son parecidos a los de los cómics (bueno, Tobey a lo mejor no tanto). Pero todo queda ahí.

“Spider-Man” no comienza nada mal: sabe mantener el interés e incluso resulta emocionante en todo su primer segmento, segmento que culmina con la terrible muerte del tío de Parker. Hasta aquí Raimi sabe llevarlo todo con pulso, soltura y bastante fidelidad al original.


Sin embargo, a partir de la mencionada muerte todo se desinfla irremisiblemente. ¿El principal fallo? Los personajes: Spider-Man es un héroe cínico, descreído por momentos y a veces un directo antihéroe que no para de hacer chistes y de burlarse con ironía de todo lo que le rodea a pesar de vivir atormentado por un pasado triste y un presente incierto.

No es así en estas películas: Peter Parker es un “niño bueno” sin ningún carisma que tras la muerte de su tío se queda estancado y no evoluciona en toda la saga. Su primer enemigo tampoco ayuda: Willem Dafoe es un soberbio actor, pero con el disfraz cutre que le han colgado no puede desarrollar un villano que habría dado muchísimo juego si hubiera sido como el original en el que se basa, un duende auténtico, y no un simple hombre con una armadura estilo Power Ranger.


Ni el protagonista ni el antagonista tienen poder para llevar la trama a buen puerto, pero además, ni un solo secundario aporta algo digno de elogio (ni siquiera Mary Jane y Harry Osborn) y las escenas de acción son simplonas y sin imaginación.

“Spider-Man” podría haber sido una excelente película, y no lo ha sido porque ni el mismo Raimi se la ha sabido tomar en serio. Y lo peor es que esto no mejora con las demás cintas de la trilogía.


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