LOS CAZAFANTASMAS de Ivan Reitman - 1984 - ("Ghostbusters")
El canadiense residente en los USA Ivan Reitman fue durante los ochenta uno de los grandes directores comerciales rompetaquillas. Centrado en la comedia, tuvo olfato para entregar películas la mayoría de las veces dignas. En los noventa, su brillo se fue apagando y hoy suele producir cintas ya más mediocres, aunque la fortuna en las salas le sigue sonriendo bastantes veces.
Su filmografía se compone de la comedia de terror "Mujeres caníbales", de las comedias "Los incorregibles albóndigas" y "El pelotón chiflado", del filme de aventuras "Los Cazafantasmas" y de su secuela "Cazafantasmas II", de las nuevas comedias "Peligrosamente juntos", "Los gemelos golpean dos veces", "Poli de guardería", "Dave, presidente por un día", "Junior" y "Un lío padre", de las películas de aventuras "Seis días y siete noches" y "Evolution", de las nuevas comedias "Mi super ex-novia" y "Sin compromiso" y del drama deportivo "Draft Day".
No soy de los que vieron "Los Cazafantasmas" en los ochenta (cuando yo era un niño). Solamente vi pedazos de su metraje en la televisión y poco más, tanto de esta película como de su secuela. Las vi ambas completas con más de veinte años y, la verdad, me hicieron pasar un indiscutible buen rato, cosa que reconozco que no me esperaba.
No tienen pretensiones (ninguna), pero están bien hechas y pertenecen a ese cine fantástico que durante aquella década hoy mil veces homenajeada y revisitada supo cautivar a audiencias de todo tipo con historias sencillas y totalmente desprejuiciadas donde se mezclaban influencias siniestras, naif e incluso kitsch de todo tipo (ahí tenemos desde los "Gremlins" hasta "Regreso al futuro" pasando por Indiana Jones o "La Jungla de Cristal").
Un grupo de perdedores crean una agencia para cazar fantasmas y salvan al mundo. Punto. Pero estos perdedores tenían gracia, estaban interpretados con ganas, tenían máquinas que molaban y se enfrentaban a fantasmas verdaderamente originales y bien hechos (aunque los efectos especiales, comparados con los de otras películas hermanas de década, han envejecido solamente regular, hay que decirlo) al ritmo de una banda sonora resultona y pegadiza.
Protagonizaban gags que no daban vergüenza, eran prototipos de parte de la ideología del Sueño Americano pero sin pasarse (de hecho eran también eso: perdedores), vivían igualmente aventuras amorosas, elogiaban la amistad y la lucha del bien contra el mal y hasta peleaban contra un gigantesco y mítico muñeco de malvavisco y contra un dios sumerio milenario que es una suerte de mezcla andrógina de David Bowie y Prince.
Todo hecho con cariño, con buen hacer y con dignidad. No hay mucho más que decir de esta película salvo que ojalá todas las cosas comerciales que hoy se crean tuvieran la mitad de la capacidad para entretener y la ternura de tiene. Y repito: no la vi en su día, así que la nostalgia no tiene nada que ver con esta crítica.
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